Se cree que existían una serie de normas que regulaban los Juegos Olímpicos en la Antigüedad, pero las sanciones que se aplicaban por la violación de estas normas eran aparentemente arbitrarias y no se conoce ningún caso en que se llegara a sancionar a algún atleta con prisión.
No se podía matar al adversario en la lucha a excepción que fuera una de las pruebas como la del pancracio, ni empujarlo en las carreras. Se contaba que Cleómades de Astipalea había matado a su contrincante en la prueba del pugilato y había enloquecido cuando los helanódicas le privaron por ello de la victoria.
Se conocen también casos de sobornos que fueron sancionados con fuertes multas.
Se conocen también casos de sobornos que fueron sancionados con fuertes multas.
Los que querían participar debían ser hombres griegos y de condición libre, tenían que hacer el entrenamiento reglamentario en la ciudad de Elis y prestar el juramento ritual.
En las olimpiadas más antiguas los participantes usaban un taparrabos hasta que, en el siglo V a. C., pasaron a competir desnudos. También se untaban de aceite para competir.
Con respecto a la presencia de mujeres, las casadas o viudas tenían prohibido la asistencia a los juegos. Pausanias indica que las doncellas sí podían asistir, aunque algunos historiadores consideran que esa afirmación es errónea. Como caso particular, la sacerdotisa de Deméter Camime ocupaba un lugar preferente. Por otra parte, se registran victorias de mujeres en las carreras de carros de los juegos pero esto es debido a que en esa prueba se premiaba al propietario, no al participante.