Poseidón, el gran dios del mar que reinaba sobre los mares y
todos los medios acuáticos, era hijo de Cronos y de Rea, y hermano mayor de
Zeus. Era uno de los 12 dioses mayores que habitaban en el Olimpo, aunque casi
siempre estaba en su palacio bajo las aguas y sólo visitaba el Olimpo cuando
quería ver a los otros dioses.
Cronos y los otros titanes (ver Cronos y Titanes, Los)
habían reinado hasta que Zeus inició una guerra contra ellos. Pero tras la
victoria de los jóvenes dioses Zeus, Hades y Poseidón, el mundo quedó dividido
entre ellos. Zeus dominó el cielo y Poseidón el mar. Siendo el rey de todos
los dioses, Zeus dominaba además la tierra, el territorio neutral en el que el
dios del mar se hacía notar a través de los terremotos. El iracundo Poseidón
era temido como «el que sacudía la tierra», según palabras de Homero, e
instigaba las mareas más abruptas y las tormentas en alta mar.
Poseidón no aceptó de buena gana que su hermano fuese el
soberano de todos los dioses. En una ocasión llegó a conspirar contra él, con
la ayuda de Hera y Atenea, para intentar derrocarle. Los tres maquinaron la
forma de encadenarlo, pero la nereida Tetis vino a rescatarlo y llamó al
gigante de 100 brazos Briareo, de extraordinaria fuerza, para que acudiese al
Olimpo. Allí se situó junto al trono de Zeus en actitud amenazante y consiguió sofocar
la rebelión.
El temible y caprichoso dios del mar, con el que los
navegantes debían llevarse bien, fue adorado en todo el mundo griego y romano.
Se han conservado numerosas imágenes suyas como una figura imponente con su
barba y su tridente, arma que utilizaba para pescar y que había sido un regalo
de los cíclopes, que también le dieron a Zeus los rayos y a Hades el casco que
lo hacía invisible. Sin embargo, según algunos, Poseidón había sido al
principio un dios de la tierra, pues su nombre significa «esposo de la tierra»,
pero posteriormente había sustituido a deidades marinas como Nereo y Proteo. Se
cree que en cierta ocasión también fue adorado con la forma de un caballo, al
igual que Hera lo fue en la de una vaca y Atenea en la de una lechuza. A Poseidón
se le atribuía la creación de varios animales, como el caballo, el toro y el
delfín.
El dios regalaba sus excepcionales caballos a los mortales
de vez en cuando. Así, le regaló a Pelops los equinos con los que ganó la
carrera por su futura esposa Hipodamia (ver Pelops) y, junto a otros dioses, le
dio a Peleo los caballos parlantes e inmortales Janto y Balio tras su boda con
la diosa Tetis. El mismo Poseidón tenía una cuadriga tirada por caballos de mar
que le permitía viajar por las olas a gran velocidad. Su esposa Anfritrita,
hija de la deidad marina Nereo, vivía a su lado en un palacio de oro bajo el
mar. Estaban rodeados de un extenso séquito de ninfas. Su hijo Tritón, una
especie de sirena masculina (ver Tritón para más detalles) y sus hijas Rodé y
Bentesicime también vivían con ellos.
Al igual que su hermano Zeus, Poseidón no era un marido
fiel, pues sedujo y forzó a numerosas diosas, ninfas y mortales con las que
tuvo incontables descendientes. Ya antes de su boda con Anfritrite había tenido
un amorío con su hermana Deméter e incluso había concebido al gigante Anteo con
su abuela Gaya. El infame cíclope Polifemo también era hijo suyo (ver Polifemo)
y además se le atribuye la paternidad del gran héroe Teseo. Poseidón hizo
invulnerable al efecto de las armas a su hijo Cieno, aunque eso no sirvió para
evitar que Aquiles lo matase, cosa que hizo utilizando la correa de su propio
casco. Poseidón transformó después a su hijo en un cisne.
Una de las muchas víctimas de la lascivia de Poseidón fue
Medusa (ver Gorgonas, Las). Aunque la apariencia con la que nos la han
transmitido era aterradora, parece ser que Medusa había sido bella con
anterioridad. Tanto que Poseidón había perdido el control y la había forzado en
un santuario de Atenea, que se enfadó tanto que decidió castigarla y llenarle
el cabello de serpientes. Cuando Perseo mató a Medusa poco después, la gorgona
estaba embarazada de su relación con Poseidón. Tan pronto como fue decapitada
nacieron de la sangre derramada los hijos de Poseidón Crisaor y Pegaso, el
caballo alado (ver Belerofonte).
Otras víctimas de la lujuria de Poseidón fueron la bella
princesa Córnix, que escapó del dios en el último momento cuando Atenea la
trasformó en un cuervo y la hija del rey de Tesalonia, Canis, a cuya petición
Poseidón la convirtió en un hombre tras la violación.
Al igual que el resto de dioses, Poseidón podía adoptar la
forma que quisiese y explotar esa habilidad para sus escarceos amorosos. Así,
se disfrazaba de caballo, de toro, de ave, de carnero o de delfín.
Las relaciones de Poseidón con los mortales no fueron
exclusivamente sexuales. Con Apolo, por ejemplo, construyó la muralla de la
ciudad de Troya para el rey
Laomedón, que después no quiso pagar al dios del mar el
precio acordado en oro. Poseidón se vengó inundando la ciudad y exigiendo que
la hija del rey fuese sacrificada ante un monstruo marino. Heracles la rescató
y también fue engañado por el rey (ver Heracles). Como tenía fama de
implacable, el resentimiento de Poseidón alcanzó incluso a los descendientes
del rey y por eso se convirtió en el más ferviente defensor de los griegos,
junto a Apolo, durante la Guerra de Troya. No obstante, tras la guerra tampoco
los griegos se libraron de su ira porque entonces mató al «pequeño Ajax», hijo
de Oileo, que había mancillado el santuario troyano de Atenea forzando allí a
la princesa Casandra (ver Ajax). Odiseo también fue víctima de la ira de
Poseidón tras dejar ciego a su hijo Polifemo.
Entre Poseidón y Minos, rey de Creta, estalló otro conflicto
cuando el rey le pidió un toro para sacrificarlo en su honor. El dios le regaló
un toro blanco tan bello que el rey decidió quedárselo, lo que provocó la furia
de Poseidón, que hizo que la mujer del rey, Pasifae, se enamorase del animal y
copulase con él para concebir al Minotauro, criatura monstruosa con cuerpo de
hombre y cabeza de toro (ver Minos, Minotauro, El y Pasifae). Este hecho tuvo
secuelas terribles.
Los problemas de Poseidón con los atenienses fueron de
carácter distinto. Había competido con Atenea por el dominio del Ática, donde
está Atenas, ofreciendo a sus habitantes el regalo más útil. Poseidón clavó su
tridente en la tierra sobre la Acrópolis y produjo un pozo de agua negra. Pero
Atenea hizo crecer un olivo en el mismo punto y fue declarada ganadora y
protectora de la ciudad. Poseidón no soportaba la derrota y causó entonces una
terrible inundación en el Ática, pero Zeus intervino poco después para que se
reconciliase con los atenienses. Desde entonces fue adorado de la forma que él
quiso y la ciudad dependió de las embarcaciones y del comercio marítimo.
Después de dos mil años de cristianismo, Poseidón, sobre
todo bajo su nombre romano de Neptuno, ha permanecido como uno de los dioses
griegos más conocidos. Zeus ha tenido durante el periodo cristiano una
existencia más oscura y Hades incluso ha sido olvidado. Desde el Renacimiento,
Poseidón (Neptuno) ha consolidado su posición de privilegio en la iconografía
occidental. Aparece en incontables fuentes monumentales del periodo
neoclásico. En la era moderna, apareció un nuevo rito por este dios: los
marinos y los pasajeros que cruzan el Ecuador por primera vez reciben el
«bautismo de Neptuno», una ceremonia en la que la tripulación se viste como
Neptuno y vierte agua de sal sobre los no iniciados para luego beber con ellos.
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