Las literaturas griega y latina -y la literatura cristiana posterior- están repletas de alusiones al amor a los muchachos -adolescentes y Jóvenes- y de reconocimiento de las cualidades y de la belleza de los mismos, es decir, de su deseabilidad, la misma que sintió Zeus cuando vio por primera vez a Ganímedes y se enamoró de él. Y lo hace a través de epigramas, de sus odas, de sus églogas, de sus discursos, de elegías, de novelas, de diálogos irónicos, de sátiras e -indirectamente- de sermones o escritos condenatorios y de férreas reglas monásticas. Bravo ha preparado esta antología de 140 autores, a la que seguirán otras relativas a la pervivencia del mismo deseo en los siglos posteriores.
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